Cómo planificar mejor tu día para aprovechar al máximo tu cerebro

Las respuestas del cuerpo a los distintos acontecimientos que ocurren durante las 24 horas no son iguales en todo momento. El cerebro actúa de diferentes formas y lo hace porque no es una máquina que trabaja a la perfección, informa BBC.
Instintivamente, te habrás percatado que después de comer se reduce tu capacidad de concentrarte. Las respuestas de tu sistema neurológico son más variables que las simples ganas de echar una siesta tras la comida del mediodía.
¿No sería estupendo detectar las indicaciones de tu cerebro y los cambios que experimenta durante las horas de trabajo? Y si tuvieras conocimiento pleno de ello ¿ajustarías tu día para desempeñarte mejor y de forma distinta para sacar el mayor provecho?
Si muestras más interés a los diferentes comportamientos neurológicos ¿sería posible ajustar tu cerebro para trabajar mejor en tus horas laborales?

¿Cómo adecuarse a los horarios?

Si tu rendimiento deja mucho que desear en las primeras horas del día, lo más recomendable es no seguir forzando a tu cuerpo.
Pese a las estrategias de muchas celebridades que pregonan programas de ejercitación extrema y las sugerencias de muchos líderes del mundo de los negocios, lo cierto es que alterar tus horas de descanso y de despertar no siempre eleva el desempeño, más aún si no es parte de tu natural dinámica.
El principal consejo es hacer frente a las tareas con mayor estrés en las mañanas a fin de que el cerebro se desempeñe mejor. No obstante, es antes del mediodía una de las horas más importante de la jornada diaria.
Una investigación realizada en empleados japoneses mostró que en las mañanas las funciones cerebrales trabajan mejor frente al estrés.
Los trabajadores tuvieron que cumplir dos actividades muy exigentes y estresantes, repartidas así: la primera tarea debían hacerla a los 60 y 120 minutos después de despertarse (al llegar a la oficina) y la otra, a las 10 horas (al final de la jornada de trabajo).
El análisis puso en evidencia que las cifras de cortisol en los empleados se elevaban más durante las tareas de la mañana, mientras que a la última hora no ocurría lo mismo.
Para el profesor Yujiro Yamanaka, investigador de la Universidad de Hokkaido en Japón, el cortisol desempeña un rol de gran relevancia para brindar protección al organismo. “El cortisol es la principal hormona involucrada en la reacción de lucha o huida”, advierte Yamanaka y agrega que esta respuesta fisiológica se aplica al estrés agudo y a la sensación de amenazas o ataques.

Cuando no se libera el cortisol, las respuestas de lucha o escape no ocurren. Esta hormona está a cargo de equilibrar el azúcar sanguíneo y la tensión arterial. Su presencia permite al organismo reaccionar al estrés sin entrar en pánico y permite a tu mente que dispongas de la energía necesaria para resolver conflictos y situaciones.
El cortisol además equilibra el cuerpo ante los eventos con gran carga de estrés, lo que quiere decir que tu organismo puede nivelarse más fácilmente luego de enfrentar una mañana muy exigente. Pero si las situaciones estresantes o de alteración emocional ocurrieron en la noche, la mente podría resultar afectada.
Yamaka subraya que acontecimientos estresantes que suceden varias veces al día pueden desatar afecciones de salud como obesidad, depresión y diabetes, las cuales dejan secuelas a largo plazo.

Gente de “día” y “de noche”

La memoria a corto plazo, las ganas de dormir y el estar alerta, así como el desempeño al ejercitarse están muy vinculados con la temperatura del cuerpo.
Las cantidades de cortisol que circulan por la sangre pueden ser más elevadas en las mañanas, precisamente para ayudar a que nos desempeñemos con más eficiencia en nuestras tareas.
La psicóloga Cristina Escribano Barreno, de la Universidad Complutense de Madrid, acota que no todos somos más eficientes en las mañanas.
Agrega que expresiones como ‘al que madruga Dios lo ayuda’ muestran que nuestra sociedad orienta el trabajo al despuntar el día y que seguir esa costumbre da a las personas una mayor ventaja.
Sin embargo, ser de mayor hábito matinal o nocturno está más influenciado por otros factores: sexo, edad, condicionantes sociales y ambientales. Nuestros organismos se adaptan para enfrentar el estrés poco tiempo después de levantarnos de la cama, así que mientras estas condiciones químicas se hagan presentes y sean más ventajosas, la recomendación es sacarle provecho lo máximo posible.
Esto tiene su excepción, pues algunas labores pueden demandar a nuestro cuerpo más tiempo para adaptarse. Trabajar en operaciones sencillas de cálculos matemáticos mentales se vincula con la temperatura promedio del organismo: a mayor temperatura, más óptimo es el desempeño.
En líneas generales, nuestros organismos se tornan más calientes durante las horas más tempranas de la noche, siendo este el momento más propicio para ejecutar las tareas de simplicidad mental.
Esta dinámica del día a día está regulada por nuestro propio reloj circadiano, lo que indica que levantarnos más temprano o más tarde, a la final, tiene poco impacto. Los procesos cognitivos están directamente afectados por la temperatura del cuerpo.
En las personas que prefieren las mañanas, el calor corporal se eleva antes, mientras que en aquellos que se activan más en la tarde, el cuerpo se calienta después, advierte Konrad Jankowski, psicólogo de la Universidad de Varsovia, Polonia. No obstante, “esta diferencia de tiempo no es sorprendente: un máximo de unas pocas horas”, asegura.
Cuando los niveles térmicos del cuerpo suben a causa de la dinámica diaria se eleva la actividad en la corteza del cerebro. Esto incrementa las funciones cognitivas.
Elevar artificialmente la temperatura del cuerpo puede propiciar un mejor desempeño, aunque solo hasta que alcance levemente el nivel superior a los 37 grados centígrados. Más de allí, “un cerebro en ebullición no funcionaría bien”, apunta Jankowski.
El psicólogo agrega que estar somnoliento, en alerta, tener más capacidad de recordar cosas a corto plazo o incluso, ser más eficiente durante el entrenamiento físico está estrechamente conectado con el ritmo de la temperatura del organismo. Hace la salvedad que esto no indica que siempre la temperatura afectará todo y cada uno de estos procesos.
A su juicio, lo que se trata más bien es de comprender que el ritmo circadiano afecta el calor corporal y otras actividades, y en base a esto se puede prever un mejor o peor desempeño. Lo ilustra con el siguiente ejemplo: “existe un mayor riesgo de accidentes cuando la somnolencia y el estado de alerta disminuyen a primera hora de la mañana, momento en que la temperatura corporal es baja”.

Sigue tus patrones y ajusta tus horarios

La actividad óptima del cerebro tiene que ver mucho con la dinámica del sueño.
Al momento de realizar labores complicadas, la hora más apropiada dependerá de si eres de la mañana o de la noche. En ambas situaciones, es clave que no te distraigas y que adaptes tu labor siguiendo tu ritmo de sueño y despertar.
Para quienes necesitan tranquilidad para llevar a cabo labores complejas, sin distracciones, lo más común es que elijan tiempos en los que la mayoría duerme, señala Jankowski. “Para la gente matutina, esto sería muy temprano en la mañana antes de que otros estén despiertos. Para los nocturnos, este sería el momento en que otros ya están dormidos”.
En conclusión, para realizar labores con gran carga de estrés, como una presentación de trabajo o resolver situaciones conflictivas, la recomendación podría ser darles prioridad a primeras horas del día y luego dejar espacio para seguirlas trabajando. Así, durante la tarde o el resto del día se puede dedicar más tiempo a enfocarse en actividades individuales que requieran cierto enfoque mental y flexibilidad.
Si quieres preparar tu cerebro para un mejor desempeño laboral, tal vez es mejor que comiences el condicionamiento desde tu cama.

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