¿Adelgazar y vacaciones?
¿Una contradicción? No tiene por qué serlo. Es cierto que las jornadas
de asueto suelen saldarse con descalabros en la balanza: según una
encuesta de Weight Watchers,
el 71% de veraneantes vuelve a casa con un souvenir y sobrepeso. Según
la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN) se puede
cifrar la tragedia: entre 3 y 5 kilos es lo que acostumbramos a engordar
tumbados al sol. Sin embargo, tú puedes desmarcarte de la mayoría y
pasar a formar parte de los que vuelven a casa con la misma talla y,
siendo un poco optimistas,
incluso con kilos de menos.
Y, no, no te vamos a pedir que perpetres grandes proezas ni que
experimentes una hambruna desoladora. Basta con aplicar unos cuantos
trucos para que la
operación bikini no se convierta, a finales de verano, en la operación flotador.
'Cheat meals'
Este
término de nuevo cuño viene a ser un oasis en el desierto para quienes
están a dieta. Varios estudios psicológicos demostraron que es más fácil
seguir una dieta estricta con 'un día de carga', en el
que se permiten incluir los caprichos prohibidos durante el resto de
jornadas. Pero hecha la ley, hecha la trampa y muchos son los que no
caen en la tentación, sino que se instalan en ella. Desde la
Unidad de Nutrición de la clínica Tufet han
dado con una regla para saber cuándo te puedes saltar la alimentación
saludable. Si se realizan tres comidas al día (desayuno, comida y cena),
estaríamos hablando de 21 ingestas semanales. Pues bien, según estos
especialistas,
si haces 19 bien y dos mal, perderás peso. En
cambio, si realizas 17 bien y cuatro mal, engordarás. Así que ya sabes,
tienes dos comidas 'libres' a la semana. Inviértelas bien.
Desayuno de campeones
Esta debería ser
la comida más copiosa,
pues tendrás todo el día para quemarla, te aportará energías y servirá
para que no tengas tantas ganas de comer durante el resto del día. Desde
la clínica Tufet recomiendan
tomar café con leche desnatada
y escoger entre pan con embutido o queso, fruta o cereales. ¿Y qué
ocurre si te encuentras ante un tentador bufet libre de un hotel?
Intenta pasar de largo por la bandeja de croissants, deja de mirar con
tanta devoción a la mantequilla y apuesta por una tortilla, que contiene
proteína.
Controla tus estados anímicos
No siempre comemos por hambre. Muchas veces las situaciones de ansiedad o de euforia hacen que pongamos el piloto automático,
no controlemos lo que ingerimos y nos demos un atracón. Si sabes que esto va a ocurrir, mentalízate. Por ejemplo, si estás de celebración con tus amigos, en vez de
ir picando directamente
del plato de fritanga, pon en uno la comida que vayas a ingerir y así
serás más consciente de lo que estás metiéndote entre pecho y espalda y
evitarás disgustos.
Apuesta por la comida consciente
Si estás en el planeta Tierra, seguramente habrás oído hablar del
'mindfulness', una
tendencia muy en boga que apuesta por concentrarse en el momento en vez
de tener la cabeza en mil cosas a la vez. 'Carpe diem', que dirían los
clásicos. Pues bien, esta tendencia también ha llegado a la comida y se
llama
'alimentación consciente' o 'mindful eating'. Y
se trata de dejar de engullir y saborear los alimentos con tranquilidad.
Sus defensores aseguran que de esta forma se adelgaza. Las vacaciones
son un buen momento para hacer pequeñas incursiones en esta técnica,
para relajarse con una buena comida.
Pequeñas decisiones, grandes cambios
Cuando
tienes un plato de calamares a la romana, es muy difícil decir: solo
voy a probar uno. La clave está en la elección del menú.
Escoge siempre alimentos a la plancha, al vapor o al horno
en vez de fritos. También es mejor que no optes por guisos, que no
apetecen nada con el bueno tiempo y que, además, provocan digestiones
más pesadas.
Bebe menos o bebe tarde
Casi todos los
dietistas están de acuerdo con que el alcohol es uno de los principales
culpables de los kilos de más. Casi todos los bebedores coinciden en que
el alcohol es el culpable de algunos de sus capítulos más bochornosos.
Así las cosas, ¿tenemos que renunciar a la cañita veraniega? Si no es
posible tal sacrificio, existen trucos para soslayar su abuso. Por
ejemplo,
no caer en la trampa de ir a tomar una cerveza mientras elegimos la cena. Empieza a beber lo más tarde posible y así disminuirás la cantidad ingerida.
Evita la fruta en la cena
A
partir de media tarde no deberías acercarte a la saludable fruta. No
vamos a negar que es muy beneficiosa para tu organismo, pero contiene
mucho azúcar y llegada cierta hora
no vas a poder consumir las calorías que te aporta, que
van a ir directamente a tu michelín o a tus cartucheras. Así que no te
engañes, los días de excesos culinarios no se borran cenando fruta. Al
revés, esto magnifica la tragedia.
Haz ejercicio
Pero sé realista. Si eres un runner convicto y confeso, podrás levantarte pronto para
correr un poco por la playa e, igual, acabas la sesión con unos
burpees. Pero
si habitualmente no haces demasiado ejercicio y los burpees te causan
urticaria, ponte metas que puedas cumplir. Por ejemplo: caminar. Si
estás de viaje, aprovecha para conocer el lugar que visitas con largas
caminatas en vez de pasar calor en el autobús de turno. Entre 20 y 30
minutos de paseo marcarán la diferencia.
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